jueves, 16 de mayo de 2013

El niño crespo del espejo



Voy a compartir brevemente una anécdota sobre mi infancia, anhelando que con esto alguien se identifique, sé que no fuí el único y que por algún lado del mundo estan esos recuerdos bien guardados en mentes frágiles y oxidadas como la mía.



      Hace unos 22 años atrás, cuando terminaba un programa de videos musicales me anunciaba que eran las cuatro, si había suerte y la tarde estaba soleada, me dirigía hacia la terraza de mis abuelos, buscaba el reflejo perfecto del sol y apuntaba insistentemente en una sola dirección, tú, siempre mirabas un extraño reflejo que invadía tu espacio, tu ventana y te inquietaba la curiosidad.
Tardabas unos cinco minutos más o menos en salir a tu patio y nuestro entorno desaparecía...
Sólo nos separaban unos sesenta metros, no sabíamos nuestros nombres, ni edad, ni en que escuela nos encontrábamos, pero este inocente hábito se había convertido en un lazo entre dos niños extraños, uno cabello lacio y el otro crespo, desde juagar a las cogidas hasta guerras, luchas con disparos de luz, no hacían falta las palabras, nuestra imaginación volaba más allá y la nula comunicación que manteníamos era insignificante.
El juego duraba casi media hora hasta que la sombra llegue a la terraza o cuando la dueña del espejo -mi tía- hacía justicia por mano propia para recuperar lo suyo.
Éramos unos niños que encontrábamos distracción con cosas simples, creo que hablo por los dos cuando en tardes nubladas el encierro era obligatorio, la claustrofóbia se volvía nuestra compañera, los deberes se transformaban en una obligaciones.

No recuerdo cuando fué la última vez que jugamos, pero ese pequeño tiempo, nuestro recreo luego de la escuela, siempre lo he recordado gratamente y hoy lo he revivido, agradecido por la vida, a pesar de lo difícil que se me hacía hacer amigos reales finalmente lo hice con ese niño...  ☺



lunes, 29 de abril de 2013

Dolor de Mayo

Parecía superado el vivir pasado mis 24, 
acercandome a los 28 creo que he muerto sin darme cuenta...

 



Me siento tan perdido dentro de mis propios zapatos, 
mis pasos son más temblorosos y tan débiles que temen seguir caminando. 

Esa voz interna con la que mantenía conversaciones amigables,
ahora es extraña, a veces no la reconozco,
ese niño interno que antes sonreía, ahora llora desconsoladamente. 

Vida mía, es tiempo de flotar, 
de ser aire,
 de dejarme llevar por la vida... 

Tengo mucho miedo, lo admito. 

Pero aquí estoy destino, aquí me tienes!